En esta breve publicación quiero mostraros algunas imágenes tomadas en compañía de mi amigo y fotógrafo de naturaleza Diego Ortega Robredo, aprovechando los últimos días de la berrea o brama del ciervo rojo (Cervus elaphus), en los alrededores de la Sierra de La Demanda de Ezcaray.
Este admirable evento natural acontece durante las primeras semanas de la estación otoñal, tras producirse durante el día una disminución gradual del número de horas luz, lo que científicamente denominamos reducción del fotoperiodo, y cuando la humedad y el frescor ambiental terminan penetrando en las áreas cimeras de nuestras sierras. Sin duda alguna, éstos son los condicionantes ecológicos que más influyen sobre el comportamiento biológico de los venados, alentando su fulgor reproductivo. Rasgos innegables que marcan la cercanía de un nuevo estilo de vida postrero. Es la llegada de El tardío. Época de tranquilidad y esperado sosiego en los valles cabeceros del río Oja.
Observar a los ciervos en pleno desenfreno afectivo resulta un verdadero placer para los sentidos. Los estruendosos berridos emitidos desde las profundidades del monte. Los intensos aromas expelidos desde las sendas y cañadas. Y, por supuesto, la regia silueta del combativo luchador. Dominado el horizonte desde su guarnecida atalaya al finalizar el atardecer. Despuntando altivo sobre los suaves relieves que perfilan la vieja Sierra de La Demanda. Vigilando sus posesiones. Asegurando la prosperidad de su valiosa herencia genética.
Tras el sacrificado esfuerzo, una severa extenuación llega a mermar la resistencia incluso de los más curtidos pretendientes. Sólo los más fuertes y bravos conseguirán llegar con suficientes fuerzas para afrontar el último aliento del periodo de celo. Aun así, en estas áreas abiertas y extensas de montaña, en las que las densidades de animales no son especialmente excesivas, el combate entre dos posibles rivales contendientes suele ser la última alternativa a seguir. La acometida cuerpo a cuerpo siempre tiende a evitarse por ambas partes, negociando malgastar energías o, en una mala, perjuicios mayores. Para mantener las distancias, basta con las broncas voces, acompañadas de un variado elenco de actitudes pretenciosas y disuasorias.
Los paisajes de la alta Sierra de La Demanda, nos ofrecen unos escenarios naturales de sensacional e incomparable belleza, principalmente durante estas leves fechas pasajeras. En la penumbra del amanecer o en la oscuridad del ocaso, el alboroto está prácticamente garantizado. La armada cabeza vigila erguida desde lo alto de la escarpada ladera; atenta, preservando unos fecundos grupos de hembras, que se reúnen en el entorno de las majadas y collados en busca del tierno pasto reverdecido. Tales aglomeraciones reciben el nombre de harenes. Los harenes están formados por nutridos grupos familiares y que normalmente suelen estar instruidos por la cierva más veterana, haciendo las veces de guía experta de la manada. Todas ellas van seguidas por sus jóvenes crías, recelosas y expectantes. De entre estas últimas, las nacidas durante la pasada primavera serán mantenidas al margen por el macho dominante, alejándolas de sus prestas y codiciadas madres. Por su parte, los cervatos primerizos también serán excluidos de las mejores áreas territoriales. Cautelosos, guardando las distancias, se encargarán de asimilar los mejores alardes de sus aguerridos predecesores.
“La observación de la berrea en la Sierra de La Demanda nos permite disfrutar de la fauna en libertad, dentro de un marco paisajístico sin igual. Últimas horas de un bonito atardecer otoñal”.
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Los pasionales gemidos estremecen en la serenidad nocturna de la montaña, retumbando a lo largo de los collados y barrancos de la alta sierra. Después, un profundo silencio ignoto terminará apoderándose de las cordilleras más elevadas. La otrora exhibición de los grandes machos, quedará entonces relegada al extremo sigilo, oculta y retirada hasta la próxima temporada. Su solemne presencia pasará así desapercibida durante todo el año siguiente, no dejándose ver ni apenas escuchar hasta que, de nuevo, las vivificantes lluvias otoñales anuncien la llegada del próximo tardío en la sierra ¡Sorprendente! ¿Cómo y dónde se ocultarán por tanto tiempo?
“El bosque mixto caducifolio de la Sierra de La Demanda se marchita al compás de la berrea. Rojizas agrupaciones de serbales de los cazadores (Sorbus aucuparia) sobre las cascajeras de Dornaiza, en el valle de Urdanta”.
Cath.H.C Photography says
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