La imprescindible subida al Collado de Marulla se efectúa desde la localidad de Ezcaray y se considera una de las rutas típicas que nos adentra en el corazón de La Demanda riojana.
La ubicación geográfica de este conocido paraje del Alto Oja, queda emplazada en la porción oriental de la Sierra de La Demanda, formando parte de una subunidad de menor entidad conocida como Sierra de San Lorenzo o Montes Cogollanos. Su notoria orografía representa un claro ejemplo de puerto o collado de alta montaña, describiendo una típica vaguada perfectamente escalonada que va sucediéndose desde el Pico Chilizarrias (1826 m.), prolongándose por los llanos de El Salegar y de Marulla, hasta alcanzar la más baja cima de Orquicia o Alto de La Puerca (1618 m.). Su punto más bajo queda localizado a 1545 m de altura, en el espacio también conocido como Cruz de Marulla. En su tiempo, fue denominado así por su condición de cruce de caminos carreteros. Ancestral encrucijada topográfica que unía toda clase tránsito procedente de los vecinos valles de Cilbarrena, Urdanta, Espurgaña y Cárdenas.
El dilatado Pago de Balanegra, ocupa el flanco derecho y se caracteriza por la fuerte deforestación que ha sufrido desde tiempos inmemoriales. Su cuestas están repletas de pequeños relieves abancalados y que son muestra de viejos cultivos abandonados, en especial de centeno. La acción del ganado lanar también ejerció un importante impacto sobre la vegetación original de esta gran solana caliza, reduciéndola y transformándola al estado de un tomillar-aulagar ralo y escaso, y que todavía hoy permanece excesivamente degradado en ciertas áreas pedregosas. En la umbría expuesta al norte, observamos la plenitud de un fantástico hayedo en pleno apogeo primaveral. Entre su frondosidad, pudimos visualizar una vibrante paleta de tonos verdosos, intensificada por el efecto de las nieblas y la humedad ambiental. En el paraje de La Estación, ocultos entre la arboleda grisácea, sobreviven solemnes pinos silvestres centenarios. Todos ellos con gran porte y altura, pero con evidentes signos de envejecimiento avanzado, pues forman parte de las primeras repoblaciones forestales que se practicaron en el valle a comienzos del siglo pasado.
Los últimos cuatro kilómetros del recorrido discurrieron por el interior del viejo Bosque de la Estación, entre corpulentas hayas, erectos alerces y añejos pinos silvestres. El juego de luces y los sabrosos olores primaverales emitidos desde la profundidad del bosque acabaron fascinándonos a todos. Lástima no hubiesen durando unos cuantos kilómetros más!!!
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