Entrado el mes de abril, gracias al ascenso térmico que desata la primavera, todo el conjunto de la flora silvestre comenzará a desperezarse tras superar el largo sueño de invierno. Apresuradas, empezaremos a vislumbrar, aquí y allá, las doradas prímulas, renaciendo en los sombríos y linderos forestales; acompasadas por violetas, adonis, dientes de perro, eléboros y un amplio elenco de alegres florecillas vernales, siempre al abrigo de la tibia bóveda arbórea y que, aún soñolienta, las guarda y cobija amablemente.
Siguiendo el ritmo de la presumida cadencia estacional, los árboles floridos también se irán sumando a la bulliciosa fiesta del color, embelleciéndose con sus mejores galas y filigranas. Entre estos, me gustaría que conocieseis las bondades florísticas de una especie por la que personalmente siento un afecto muy especial. Por su etérea belleza cromática y su particular avenencia forestal, el cerezo silvestre se convierte en un símbolo de innegable interés paisajístico y, sobre todo, ecológico dentro del ámbito boscoso de la comarca del Alto Oja riojano, en el Sistema Ibérico más septentrional.
Este árbol de talla media, crece de forma natural en los bosques mixtos de la Sierra de La Demanda riojana. Botánicamente se incluye en la familia de las Rosáceas, englobándose en la casta de los más coloquiales frutos de hueso a la que también pertenecen otros arbolillos domesticados como son el almendro, el ciruelo, el melocotonero o el arbustivo endrino. Su designación científica Prunus avium, alude al nombre que los antiguos latinos otorgaron en su día a una variedad de ciruelo silvestre, al que asignaron el calificativo de Prunum. Mientras que la expresión Avium, también latina, significa “de los pájaros”, refiriéndose al consumo habitual de sus frutos por las aves silvestres. El difundido topónimo de origen vasco “Quericia”, proviene de la voz Gerezia y hace alusión a la presencia histórica del cerezo bravío en muchos parajes de los pagos y términos que jalonan la cabecera del río Oja.
Desde SILVESTRES te proponemos una visita guiada por los bosques de Ezcaray, en plena estación primaveral. Un agradable recorrido para que conozcas y fotografíes la primorosa floración del cerezo silvestre en su hábitat natural. Para ello, un botánico especializado te descubrirá los mejores enclaves en el momento óptimo de la temporada floral. Bien andando o realizando un breve circuito panorámico en 4×4. En nuestra web tienes MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA ACTIVIDAD.
Fotografiando el paisaje de los cerezos en flor en el valle del Alto Oja riojano.
COMO RECONOCERLO EN EL BOSQUE
Sus mayores portes suelen rondar los 20-30 metros de altura, con clara dominancia apical. La copa adquiere una distinguida talla piramidal cuando el árbol es joven para luego ir abriéndose y ampliándose con la edad. Quizá uno de sus rasgos más característicos lo encontramos en la corteza que reviste el tronco; lisa y esmaltada por un brillo plateado sobre un fondo más o menos lila y que se aprecia muy bien en los fustes y ramitas juveniles. La misma, al principio, tiende a resquebrajarse mediante unas distintivas grietas horizontales, desprendiéndose a modo de finísimas láminas papiráceas, como también ocurre con el abedul pero, en este caso, en mucha menor cuantía y proporción. Más tarde, si nos fijamos en la base de los árboles añosos, la corteza se oscurece, engrosa y cuartea de forma irregular.
Típico porte en un ejemplar aislado, dotado de una amplia copa florida sostenida por varias guías fustales.
Corteza de un pie juvenil de cerezo silvestre. Las hendiduras horizontales se corresponden con masas de lenticelas; un tipo de tejido poroso por donde el árbol realiza intercambio de gases a través del cortex.
Por su parte, las hojas se renuevan cada año, despojándose vistosamente en el mes de octubre. Son simples y alargadas, y suelen poseer la parte apical más ensanchada, sobre la que despunta un afilado ápice puntiagudo. Todo el margen se encuentra finamente aserrado y el envés, o parte inferior, queda recubierto por una tenue capa vellosa que las torna más claras. El limbo foliar se despliega colgado de un largo cabillo o peciolo. Justo en el punto de inserción entre ambos, se aprecian dos pequeñas protuberancias que los botánicos denominan nectarios (ver ejemplo) y que, según argumentan, sirven para ofrecer a las hormigas un exudado alimenticio rico en azúcares, evitando así que las mismas “críen” colonias de pulgones sobre el resto del follaje. Las flores son blancas, grandes y se reúnen formando densos grupos colgantes. Suelen aparecer un tiempo antes de la brotación, aunque hay veces que coincidan flores y hojas a la vez en un mismo árbol.
Hojas caducas lanceoladas, con el margen aserrado y ápice puntiagudo.
Flores grandes y blancas. Reunidas en grupos, justo antes de que empiecen a brotar las primeras hojuelas. La antesis o apertura floral en la comarca de Ezcaray suele coincidir a mediados del mes de abril.
Un mecanismo genético impide la autopolinización de las flores. La misma, debe producirse de manera cruzada, con la intervención de las abejas y abejorros como principales vectores dispersivos del polen, trasvasándolo eficientemente de unas flores a otras, lo que favorece el intercambio genético.
Fecundadas las flores, dan como fruto una drupa carnosa: la cereza. Globosa, brillante, roja y con forma de corazón. En las razas silvestres, las cerezas presentan un tamaño y carnosidad mucho más reducidos. Algunos pies ofrecen frutos de color rojizo-amarillento, mientras que otros consiguen darlos granates-negruzcos. Las guindas, de sabor agridulce, se corresponden con los frutos de otra especie de cerezo acuñado Prunus cerasus. Originario de sudoeste de Asia, este pequeño arbolillo ha conseguido asilvestrarse en las áreas húmedas del cuadrante noroccidental de la Península Ibérica. Se diferencia por su menor porte, sus hojas algo menores, más oscuras y lustrosas y a menudo carentes de nectarios, o bien, si los poseen, éstos últimos se nos presentan minimizados. Además, en el guindo es más frecuente observar, en la misma rama, hojas y flores a la vez. El cerezo aliso o Prunus padus también es muy parecido. Posee las flores dispuestas en racimos erguidos. Habita de forma local en las riberas de los ríos, siendo mucho más escaso que Prunus avium.
Cerezas de monte, bravas o silvestres, con matices amarillentos previos a la maduración.
Recolectada madura, a pesar de la escasa pulpa que detenta, la cerecilla silvestre ofrece un sabor agridulce que resulta muy agradable y refrescante al paladar. El amargor o dulzura, varía mucho de unos árboles a otros.
Flores en ramilletes erecto-piramidales. Las hojas del cerezo aliso (Prunus padus) son algo más coriáceas, de un verde mate y su margen presenta una denticulación menos marcada. Ejemplares fotografiados en el Alto Pisuerga, Montaña Palentina.
HÁBITAT Y ECOLOGÍA DEL CEREZO SILVESTRE
Naturalmente se distribuye por la mayor parte de Europa, Asia occidental y norte de África, en regiones de climas templados o fríos. Algunos autores consideran que su origen espontáneo si situaría en Asia occidental: Norte de Persia, Armenia y Cáucaso. En nuestro entorno, ocupa los sistemas montañosos del norte peninsular, enrareciéndose de forma silvestre en los territorios del sur, donde escala hasta las montañas más elevadas. Desde tiempos inmemoriales (griegos, romanos, etc.) se ha cultivado a la vera del Mediterráneo, en huertas, vegas y regadíos, como frutal de inestimable valor nutritivo. VER MAPA DE DISTRIBUCIÓN.
De forma espontánea crece en las laderas y los piedemonte, salpicado en bosques, barrancos y vaguadas, sobre suelos frescos, profundos y bien drenados. Como ejemplares aislados o bien formando parte de pequeñas arboledas o bosquetes, sintiendo predilección por los suelos limosos acidificados o también por los calcáreos lavados de bases. Resiste al frío (-20ºC) pero se resiente con las heladas tardías de primavera.
El cerezo silvestre crece en pequeños rodales o bosquetes en el interior de las arboledas mixtas caducifolias.
Las umbrías frescas y abrigadas, junto a los fondos de valle, ofrecen los mejores biotopos para la proliferación y expansión de los cerezales silvestres.
En Alto Oja, el cerezo silvestre se desarrolla en el seno de los bosques mixtos atlánticos. Crece disperso en busca de espacios abiertos, entablando amistad junto a otros árboles caducifolios como: fresnos, arces, tilos, chopos y serbales, en las umbrías resguardadas de los montes, generalmente por debajo de los 1.500 metros de altitud. Por igual está presente en los bosques galería, alineado en las riberas de los arroyos y barrancos frescos, y en los fondos de valle, formando parte de los setos que delimitan la propiedad en fincas, prados y huertos particulares.
Debido a la amplia diversidad de recursos y hábitats que ofrecen así como por su alto valor paisajístico, los bosques mixtos del Alto Oja están incluidos dentro de los espacios protegidos de la Red Natura 2000. De manera más estricta el cerezo también figura en los listados de especies amenazadas de algunas Comunidades Autónomas; es el caso de Andalucía, Castilla La Mancha y Comunidad de Madrid.
Estampa otoñal del bosque mixto caducifolio con el precioso rojo encendido de los cerezos silvestres.
Paisaje de sebes o setos vivos, ornando los pastizales y campiñas del entorno de Valgañón.
Según reza la literatura, requiere aires fríos y tierras húmedas, perjudicándole la excesiva humedad ambiental por ser el preludio de algunas enfermedades fúngicas como las causadas por los hongos Stigmina carpophila o Blumeriella jaapi, que producen defoliaciones drásticas y caída prematura de frutos. La gomosis, en arboles añosos, está provocada por un chancro bacteriano (Pseudomonas sp.). Esta afección ocasiona una característica secreción gomosa de aspecto ambarino que mana de heridas abiertas en tronco, ramas y yemas.
El cerezo puede reproducirse por barbados o rebrotes que emergen desde las raíces más superficiales. Sin embargo, la semilla siempre tiende a dar árboles más robustos y vigorosos. También brota de cepa, salvo los pies demasiado envejecidos. Su longevidad ronda los 100-120 (150) años. Como especie colonizadora o pionera en la sucesión forestal, presenta un temperamento de luz o media luz, experimentando un rápido crecimiento durante sus primeros años de vida. Bien irrigados y nutridos, los jóvenes plantones pueden rebasar los dos metros de altura al tercer año de desarrollo. Florecen y dan fruto a partir de la tercera o cuarta savia.
El cerezo silvestre desde joven, gracias a su temperamento robusto, presenta un gran potencial colonizador. Por ello, prefiere los espacios soleados, con vegetación poco densa que no compita intensamente por la luz. En orientaciones secas, se adapta a vivir en condiciones de semisombra.
Expansión del cerezo silvestre tras el abandono de las prácticas agrícolas tradicionales. Menguados los incendios, roturaciones y sobrepastoreos, solanas y umbrías, con suelos fértiles y profundos, se convierten rápido en hábitats ideales para el cerezo u otros árbolillos pioneros de crecimiento rápido.
ALGUNAS CURIOSIDADES
En esta especie se incluyen todas las razas de cerezos, tanto las cultivadas, de sabor dulce, como las silvestres, de gusto amargo. Las cerezas son algo laxantes y muy digestivas. Secularmente han sido empleadas en repostería decorativa. Con ellas se preparan mermeladas y, por fermentación, el vino de cerezas. A este respecto, es famoso el Kirsch, un licor que artesanamente se elabora en la Selva de Negra de Alemania o el Marrasquino italiano, producido con la variedad de cereza negra marrasquina. Por su parte, el aguardiente de guindas se obtiene tras una maceración de éstas de unos 40 días. Con los cabillos o rabitos verdes se preparaba en medicina popular una tisana de propiedades diuréticas. Según estudios, se ha comprobado que dichos elementos poseen igualmente componentes salicílicos que les hacen tener una acción semejante a la aspirina (analgésico, febrífugo, antirreumático…).
El cerezo silvestre posee un enorme valor paisajístico y ornamental y, por ende, etnobotánico.
La madera ostentan un bello color pardo-rojizo, es dura, de textura fina, fácil de trabajar y proporciona unos excelentes acabados. Pesada y resistente, se emplea en tallas, marquetería, para muebles, torneados, en revestimientos decorativos, entarimados y contrachapados. Tratándola con agua rica en calcio se torna de un color rojo vivo. Es muy estimada y posee un reconocido valor comercial. Como defecto relevante, mencionar que con el tiempo tiende a contraerse, siendo sensible a los cambios bruscos de humedad. En las regiones cantábricas del norte, del leño de un tacorro podía fabricarse un rabel o las típicas albarcas o zuecos de madera. Su carbón es muy apreciado en América del Norte, para ahumar y dar sabor a los asados de carne.
Plantación de cerezos en Ojacastro, con vistas a su aprovechamiento maderable. Sometido a podas de conformación, su tronco recto y cilíndrico ofrece excelentes piezas de madera de calidad. Para ello suelen emplearse clones seleccionados, aplicándose turnos de corta que oscilan entre los 40 y 60 años.
La corteza de los cerezos viejos es bastante gruesa y en otros tiempos se empleó para construir colmenas y cunas para recién nacidos y, siendo más fina, para moldear algunos tipos de quesos. Estudios científicos han demostrado que un extracto de la misma suprime el desarrollo de las células de cáncer colorectal. Las hojas, maceradas y fermentadas forman parte de algunas mezclas aromáticas del tabaco. Éstas últimas, junto con las flores y el hueso de la cereza, se consideran tóxicas para el hombre, por presentar ligeros contenidos en ácido cianhídrico.
Las abejas melíferas emplean, como ingrediente de su deliciosa miel, considerables proporciones de néctar, polen y propoleo, cuidadosamente succionados y recolectados de las flores y sabias dulces que emanan de este árbol en primavera y verano.
En el valle del Alto Oja y Sierra de La Demanda, la cereza silvestre madura desde finales de junio a principios de julio y se considera un recurso trófico fundamental en la dieta de la fauna silvestre. Los jóvenes rayones o crías de jabalí, las devoran con fruición durante los primeros atardeceres veraniegos, vigiladas por su atenta madre desde la vegetación espesa. Tordos y malvices, consumen kilos y kilos de cerezas, para luego dispersar sus huesecillos al defecar en otras zonas alejadas del monte. A menudo son comidas por tejones, garduñas y raposos.
Entre sus reconocidos valores nutritivos, destacar que las cerezas son abundantes en hidratos de carbono, especialmente en azúcares simples, incluyendo fructosa, glucosa y sacarosa, y que gracias a ello su poder calórico o energético resulta elevado. Son también ricas en fibra, vitaminas (C, tiamina, folatos) y minerales (potasio y en menor medida magnesio, hierro, fósforo y calcio), además de poseer otros compuestos bioactivos como las antocioninas, presentes en la pulpa de la fruta, con capacidad antioxidante entre otras virtudes beneficiosas para el organismo.
Contemplando los cerezos en el valle de Ezcaray. A diferencia del popular valle extremeño del Jerte, nuestros cerezos crecen de forma natural en el monte, configurando un paisaje boscoso de sensacional belleza durante el breve tiempo que dura su fulgurante floración.
CONTRATA ESTA ACTIVIDAD EN EL MES DE ABRIL EN EZCARAY
ALGUNAS FUENTES CONSULTADAS
LOPEZ GONZALEZ, G. (2001). Los árboles y arbustos de la Península Ibérica e Islas Baleares. Ed Mundi-Prensa. Volumen I
GALÁN CELA, P. & al. (2003). Árboles y arbustos de la Península Ibérica e Islas Baleares. Ed Jaguar.
GOBIERNO DE LA RIOJA (2008). Guía de Plantas de La Rioja.
PARDO DE SANTAYANA, M. (2004). Guía de las Plantas Medicinales de Cantabria. Ed Gobierno de Cantabria.
RUIZ DE LA TORRE, J. (2006). Flora Mayor. Ed Organismo Autónomo de Parques Nacionales.
https://es.wikipedia.org/wiki/Prunus_avium
https://muyfitness.com/cuales-son-beneficios-lista_15664/
http://www.arbolapp.es/especies/ficha/prunus-avium/
https://naturaleza.paradais-sphynx.com/plantas/arboles/cerezo-prunus-avium-cerezas-variedades.htm
Elena says
Es posible que con el cambio climático este año en Semana Santa puedan estar en flor los cerezos?