HAYEDO DE USAYA
A continuación, me gustaría compartir con todos vosotros una sugerente colección de instantáneas tomadas durante la excursión que organizamos el fin de semana pasado por el Barranco de Usaya. Precioso y afamado valle de montaña, ubicado en la Ibérica norte y que podemos encontrar dentro del término municipal de Ezcaray, La Rioja. Este singular paraje, forma parte de las amplias estribaciones que componen la Sierra de La Demanda, cuya abrupta disposición, logra abrirse paso a través de la vertiente occidental del Pico San Lorenzo, señor y dueño de las cumbres riojanas.
En este particular enclave montés, logra conservarse uno de los bosques de hayas más excepcionales y frondosos que revisten la comarca serrana del Alto Oja ezcarayense. Dentro del mismo, conviven viejos árboles monumentales, que se entremezclan aislados con recientes generaciones de jóvenes hayas, densas y esbeltas, anhelantes por acaparar nuevas tierras que colonizar. La tupida floresta se propaga extensamente por la empinada ladera septentrional, flanqueando el barranco a través de sus cuestas umbrías. Por sus bajuras, el precioso arroyuelo discurre libre y reluciente regando musgos y arboledas, ofreciéndonos unas magníficas estampas para la vista, al igual que sonoras y olfativas. ¡Y también táctiles! Especialmente, para todo aquél que ose refrescarse en sus gélidas cascadas borboteantes.
Siete artesanales puentes de madera, nos ayudarán a salvar las serpenteantes aguas que se descuelgan briosas a lo largo de este agreste torrente de montaña. Permitiéndonos remontar buena parte de su cauce hasta alcanzar el paraje de El Horquillo. Un señalado “tridente hidrográfico” donde confluyen los pequeños regatos de Colocobia, Monte Los Lobos y Pico La Ronda, todos ellos principales manantiales afluentes del encantador y vibrante arroyo de Usaya.





Salvo por un par de breves repechos, la subida por la zona de la solana es bastante fácil y asequible. Además, las estupendas panorámicas del valle, con sus bosques y barrancos, siempre recompensan el pequeño esfuerzo realizado. En verano, es preferible realizar el recorrido circular ascendiendo primero por la solana, para bajar después más resguardados del sol y el calor a la sombra del hayedo. Además la visión y perspectiva del valle y la excursión, resultan ser mucho más amplios y orientativos.
Podemos precisar que el índice de biodiversidad que acoge este espacio natural llega a ser muy elevado, a la vez que es uno de los más interesantes y originales todo el valle de Ezcaray. La razón podemos de buscarla si apreciamos los fuertes contrastes ambientales que se experimentan entre sus dos vertientes contrapuestas.
El brezo nazareno Erica cinerea florece entrado el verano. Se diferencia de otros brezos por su porte arbustivo bajo. Es indicador de suelos acidificados y que sufren cierto nivel de degradación edáfica.
La mística orquídea Serapias cordiguera, se localiza entre los pastizales y brezales húmedos de la solana. Señaliza antiguas áreas deforestadas de robledal subatlántico. La polinización de este grupo de orquídeas se lleva a cabo mediante pequeñas abejas y coleópteros. Los insectos, procuran buscar refugio nocturno en el interior de su habitáculo floral, contribuyendo así en la dispersión del polen entre plantas distintas.
Como ya hemos afirmado, en la vertiente orientada al norte o barlovento, el bosque atlántico planocaducifolio se convierte en el principal amo del terreno, mucho más húmedo y fresco. Mientras que al sur o sotavento, tenemos la dilatada Solana de Usaya, adornada por los pastos y matorrales de altura, biotipos más apropiados para aguantar las agotadoras condiciones de sequedad y radiación solar que imperan durante el medio día estival. En el tramo alto del valle, unas encomiables repoblaciones de coníferas efectuadas hace más de tres décadas, han sabido resolver el tremendo deterioro erosivo que desde tiempos inmemoriales ha venido castigando a las cabeceras de las principales cuencas afluentes del río Oja. En la actualidad y en su justa medida, los efectos ecológicos y paisajísticos de estas plantaciones artificiales puede considerarse verdaderamente positivos, a la vez que enriquecedores; para la fauna silvestre, las reservas hídricas o la conservación del suelo fértil.
La Majada de Obicolla, hermosamente localizada entre pinos, es el punto más alto del itinerario, a 1.480 m de altitud. A nuestro juicio, supone el mejor enclave para realizar la parada de avituallamiento o almuerzo de la excursión.
Reforestaciones de coníferas mixtas en la cuenca alta del valle de Usaya, paraje de El Horquillo. La alternancia de bosquetes de abetos Pseudotsuga meziesii, Abies alba, alerces Larix decidua y pinos Pinus sylvestris contribuyen a enaltecer el paisaje montaraz y que embosca al Alto Usaya.

La delicada Violeta del Moncayo Viola montcaunica es una plantita exclusiva de los macizos montañosos ácidos del centro-norte peninsular. En la comarca del Alto Oja se encuentra bien repartida por las estaciones serranas, en pastizales y linderos de bosques por encima de los 1.300 m de altura.
A todo esto, cabe añadir una distintiva composición geológica y edáfica, en la que llegan a intervenir diversas tipologías de rocas y suelos paleozoicos antiguos. En la cara sur, encontramos un afloramiento masivo de dolomías cámbricas, que se establece desde los altos de Cobetia hasta la más baja Solana de Herma, otorgando a los suelos un pH alcalino o básico. En esta misma ubicación, son característicos los pliegues anticlinales que se observan bajo las Peñas de Orecia. Igualmente, el tono anaranjado-rojizo que posee esta clase de rocas abundantes en hierro, llega a vislumbrase entre los claros del bosque de hayas, surgiendo en forma de hoscos peñascos que interrumpen la continuidad del vuelo arbóreo. Pizarras y cuarcitas se propagan por las áreas cimeras del barranco, favoreciendo la evolución de suelos silíceos más pobres, poseedores de un pH marcadamente ácido, lo que redunda en la composición florística de esta auténtica reserva de biodiversidad.
En el paraje de Las Ligorrias, una evidente veta de dolomías cámbricas calcáreas interrumpe drásticamente la continuidad del matorral acidófilo de retamas, brezos y helechos. Los distintos estratos geológicos del valle de Usaya, condicionan la diversidad florística de su entorno. Un tramo del sendero de la solana, atraviesa este curioso escenario litológico.

Esféricas hayas sobresaliendo entre los escarpes dolomíticos de Orecia. El matorral acompañante, de morfología almohadillada, se compone de un tipo de aulaga o aliaga espiniscente: la leguminosa Genista hispanica subsp. occidentalis. Habitante característico de los suelos calizos en climas de montaña que gozan de cierta influencia atlántica.
En los claros herbosos que aparecen entre el hayedo y el avellanar, Boletus luridus (Suillelus luridus) encuentra unas condiciones óptimas para su fructificación. Siente predilección por los suelos básicos de naturaleza caliza. Su ocasional presencia solamente ha podido ser registrada en unos pocos lugares de la comarca del Alto Oja.
Boletus luridus presenta poros anaranjado-rojizos además de un vistoso retículo en el pie que lo distingue de su otro congénere más frecuente B. erythropus.
El ecotono o zona de transición ecosistémica, queda establecido en el fondo del barranco de Usaya. Es en esta franja natural, donde mejor puede comprenderse y contemplarse la enorme versatilidad ecológica que existente en este primordial emplazamiento demandés. El indómito arroyo de Usaya, con sus numerosos saltos y cortinas vaporosas de agua, contribuye a crear una atmósfera saturada de humedad, propiciando la formación de un microambiente nemoral fresco, que consigue permanecer inalterado incluso durante la etapa más seca del verano.
Sumergidos entre frondosas hayas, el descenso por el barranco se hace particularmente fresco y agradable. Acompañados, en todo momento, por la inagotable danza de las cristalinas y puras aguas del Arroyo de Usaya.
El fluir de las enérgicas aguas, invita a contemplación, realizando varios altos en el camino.

El popular Paseo de Los Siete Puentes se convierte en uno de los recorridos más demandados entre los senderistas que acuden a visitar los espacios naturales del valle de Ezcaray.

En los bordes del mismo curso fluvial convergen numerosas especies silvestres. La flora nemoral eurosiberiana, propia de los bosques húmedos y sombríos, resulta especialmente copiosa. Hallándose representada por algunos tipos de plantas exclusivos de este barranco hiperhúmedo. Hegemónica también resulta la singular presencia del grupo de los lepidópteros diurnos, colonizando la amplia variedad de nichos ecológicos que coexisten entre el bosque fresco y la xérica solana deforestada.


En las inmediaciones del arroyo de Usaya encontramos una de las pocas poblaciones de peralito menor Pyrola minor que se asientan sobre la comarca del Oja.

Mullidas alfombras de musgo tapizan los pedregales de la umbría de Usaya. Sombras recortadas en el bosque.

Una ineludible visita para todo aquel que desee conocer la Sierra de La Demanda de Ezcaray. Parándose de vez en cuando a observar y comprender, sintonizando con el medio. Deleitándose con las maravillosas vistas y la sobrecogedora historia natural que, a cada paso, se despliega magistralmente ante nuestros ojos. El tumultuoso baile de las frías aguas que se descuelgan bravas desde la alta montaña, la oscuridad y quietud del refrescante boscaje de hayas, la variada naturalidad de sus seres vivos habitantes,…Todo ello, forma parte de un emocionante cúmulo de sensaciones que se pueden llegar a percibir y experimentar en compañía de un Guía de Naturaleza especializado. Que dirija tus pisadas y enfoque tu mirada. Porque deseamos enseñarte y compartir contigo los mejores paisajes de nuestra tierra.
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